El MITO es una tradición
(traditio), una “historia” y o leyenda, “tenida por cierta” (autóctona en su
comienzo social) que intenta transmitir, explicar, expresar, valorar el sentido
u origen de un evento o sucedo (ereignis)
“ocurrido” (contextualizado) en “los tiempos primordiales” (que es el “tiempo
mítico”). Los mitos a medida que se van transmitiendo, conservando y
aggiornando, devienen en un peculiar “folclore”, en “aquello” que van
constituyendo la conciencia originaria y el sustrato más antiguo y genial
cultural más antiguo de un pueblo o nación.
En cuanto a su “formalidad literaria”, los “relatos
míticos”, constituyen el género que agotan y satisfacen. No utilizan un
lenguaje lógico argumentativo, sino más bien un lenguaje un conjunto de “símbolos”
(en algunos casos se habla de un “sistema de símbolos míticos” que los
especialistas reconocen en ellos, como constantes esenciales), muchos de los
cuales son “universales”, es decir, “arquetipos psíquicos humanos”, que
pertenecen a la dimensión pre-lógica que aun, a pesar de todos los intentos de eliminación
y reemplazo no se ha podido aniquilar, porque surge del instinto primordial a
la necesidad de expresar de modo “metafórico” una “realidad” o “interioridad”
(calificarlo como “falso” es análogo al acto ignorante que califica al “género
poético” de ficticio e inexacto, e inútil, como he tenido la desgracia de
escuchar de parte de pseudo críticos de la cultura, incapaces de definir esta
última; hablo de los “críticos de oficio” que son “zurdos los del vulgo”, los
“contreras de los ignorantes”, los haraganes intelectuales que prefieren
criticar a pensar y superar, destruir a edificar, entender y explicar a tomarse
del detalle para abandonar la critica y mandarse a contrariar).
Su fuente es la imaginación pre-lógica, por eso abundan
en imágenes, y no depende de la “racionalidad”. Es más, históricamente, ha
cedido ante ella, en cierto sentido… En cambio, aquello que se llama LOGOS es
palabra-explicadora, respuesta al interrogante-lógizado y logizador. Las
imágenes que en los mitos hablaban aquí no son el elemento esencial, porque
“habla” en el entendimiento, a través de la abstracción, el lenguaje
concreto-material. La diferencia entre el mito y el logos es radical, aunque se
vuelva patente en las obras de los Pensadores antiguos. El “pensamiento” no es
“lógico” sino también “mítico”. De tras de los mitos hay pensamientos, sucede
que no “apelan” a la razón-decodificadora del símbolo en el sentido formal,
sino a la “inteligencia-creadora”. El “lógico”, en cambio, “crea”, y apela a la
“inteligencia-pasiva” e invita al interrogante y a la búsqueda y constatación
en la realidad de las proposiciones que se enuncian. El origen del Logos es (y
en esto no hay redundancia) “lógico-argumentativo”, exige rigor del oyente o lector, por eso los conceptos abstractos
de los que se sirve (algunos de los cuales ha tomado de los mitos! y los ha
reformulado o criticado) son inmateriales, pero no en sentido de “fantasiosos”
o “fabulosos” como en el caso del mito. Las “ideas” universales (decimos “ideas
universales” aquí en cierta oposición a las “imágenes particulares, sensibles y
concretas”, como primer medio de acceso a lo que se enuncia o refiere con la
“proposiciones” tomadas como símbolo lingüístico), las ideas, decíamos, son las
“protagonistas” del comienzo en la
historia humana del proceso de logización
humana (que incluye el acto de
“ponerle nombre a las cosas”, y es el comienzo de la vinculación del lenguaje
con las cosas).
Con la aparición de los “primeros filósofos” (que son más
físicos que “pensadores e interrogadores de lo intangible”) comienza la segunda etapa de contemplación, y
posterior instauración, estipulación, antes que de los pensamientos, de los
esquemas en los cuales dichos pensamientos se alojarán. Los filósofos del comienzo son los primeros
en enterarnos de que hay “cosas que son y se llaman así” y, con este inocente e imperceptible acto, han modelado, la
mente del hombre –en vías de una nueva civilización, de cierta civilización racional. Los “mitólogos” y
los “físicos” (primeros filósofos) han “creado” el universo que contemplamos,
haciéndonos ver y creer en un mundo paralelo a nuestros sentidos. Con
diferentes matices, es claro, ambos nos han ofrecido “algo más” que “vivir
entre las cosas” sin cuestionarnos, y han intentado, con los recursos que
contaban, explicarnos el origen del
mundo, del hombre, de los dioses, de las tradiciones y del mismo lenguaje.
Hacer justicia con ellos es escucharlos y tomarlos hoy como modelos, quizás,
las “nuevas realidades” requieran de nuevos “mitólogos y filósofos” (poetas y
físicos) que nos hagan pensar en un “más allá” del “más acá” de nuestras
narices, en principio.-