miércoles, 29 de abril de 2009

ELEMENTOS DE LÓGICA

·
INFERENCIA E INFERENCIAS
Por el Prof. Pablo H. Bonafina

Se llama “inferencia” lógica (del latín in-fero, “llevar-hacia”) al resultado de una de las más habituales operaciones lógicas del entendimiento. En principio, se distinguen dos tipos de “resultados lógicos” (esto es, de la razón): uno al que “se llega de modo inmediato” a través de la afirmación o negación de un “sujeto” y un “predicado”, esto es, de una proposición o juicio –resultado de la simple aprehensión de un objeto o concepto o de una percepción–, en la cuál “no media” ninguna operación otra compleja. Y hay otro modo de inferencia, pero compuesta y compleja a la que se llama “mediata”.

Mientras una “inferencia simple” o inmediata hace un recorrido de una cosa (o idea) [conocida o supuesta] a la capacidad perceptiva, y de ésta a la formulación lógica inmediata [conocida y supuesta] que se manifiesta en la proposición, una “inferencia mediata” agrega un paso más al anterior: concatena, conjunta, une aquellas proposiciones pero con un sentido, las relaciona, y hace derivar, en general, del acto mismo de su relación, una conclusión [desconocida y/o supuesta]. Entonces, decimos que estamos ante un “razonamiento” (argumentum o sylogismós, ya se pronuncie en latín o en griego). Pero no todos las “inferencias mediatas” o conjunto de proposiciones tienen una proposición última (o primera –el orden puede variar según su tipo) que se deriva de otras proposiciones (en un razonamiento, llamadas: premisas) necesariamente (a la cuál se llama “conclusión”), pues hay “discursos” que carecen del elemento determinativo de un “razonamiento lógico” completo y válido, que se caracteriza por conducir a una conclusión; es decir, de partir de elementos conocidos o “inferidos” derivados de estos.

Ahora bien. Debemos notar que hay algunos tipos de “inferencias mediatas” que no llegan ni siquiera a reunir los requisitos lógicos, formales y necesarios para recibir el nombre de “razonamientos”. Éstas pueden ser de diferentes tipos, según la “extensión” (de los términos que la constituyen) de las proposiciones que lo integran y su conclusión. De hecho hay inferencias llamadas “deducciones”, otras “inducciones” y otras “analogías”. Del mismo modo hay razonamientos deductivos y no-deductivos, y, a su vez, los “no-deductivos” pueden no ser razonamientos! (cosa que parece suceder cuando se quedan en el mero “discurso”) o, tal como decíamos, “inferencias mediatas” de otro tipo o especie, como el razonamiento inductivo y el analógico.

Sin embargo, todas “las inferencias” tienen un elemento constitutivo común: proceden de una manera “condicional” o “hipotética” –hacia un avance en las capacidades del conocimiento del hombre de una “realidad”, para lo cuál se sirven del conocido dinamismo del “efecto” (sequitur) con respecto a su “causa” –De hecho, una proposición es el efecto (ergo) de una percepción, su expresión lógica, causada por una cosa (o concepto). Por eso, en un razonamiento encontramos “elementos antecedentes” (premisas o “juicios preconclusivos”) y su consecuente, que comúnmente llamamos “la conclusión”, con lo que quedan expuestos los dos “polos” o “momentos lógicos”: la presentación en una estructura lógica de un determinado “elenco de proposiciones” y su “derivada […]”

·